Al momento de escribir estas líneas, se conmemoran 40 años de la edición del que considero la obra maestra de Pink Floyd: Dark Side of the Moon. Al mando de Roger Waters, la banda nos lleva de la mano a través de 10 canciones, recorriendo aspectos de la naturaleza humana, como la codicia, el paso del tiempo, la muerte y la locura. Quiero compartir la experiencia de cómo fue que conocí este disco, pues llegó a mis manos en una época muy disfrutable de mi vida.
Me encontraba entre los 21 y los 22 años, viviendo solo en la Ciudad de México; bueno, no solo completamente, pues rentaba un departamento junto a dos tipos y una chica, quienes trabajaban en la misma empresa que yo. Sin embargo, ellos tres trabajaban en el turno de la mañana, y yo lo hacía por las tardes, quedándome solo en casa la mayor parte del tiempo. En un día de descanso, solo en el departamento, me dirigí a una tienda de discos en el centro de la ciudad, pues ya tenía la intención de adquirir esta obra, así que lo hice y regresé a casa para, en perfecta soledad, escucharlo sin interrupciones.
Le di play al reproductor y comenzaron a sonar los latidos de un corazón, mientras yo me acomodaba en el sillón tratando de captar el más ínfimo detalle de la atmósfera sonora, pues el Dark Side está lleno de detalles acústicos que hacen la delicia del oyente. Era una tarde tranquila, sin ruido; el sol entraba por la ventana e iluminaba el lugar donde yo me encontraba sentado. Cerré los ojos para dejarme llevar por algo que no sabía qué era, pero me agradaba bastante.
Escuchar por primera vez el solo de Time en esas circunstancias es algo totalmente indescriptible, fuera de este mundo. Una sensación de paz invade el cuerpo mientras David Gilmour desgarra el alma de su guitarra y de los oyentes. Así pasaron los tracks, hasta que cuando comenzó Any Colour You Like mi relajación era tanta que comencé a dormitar. No dormí profundamente, pues recuerdo que seguía escuchando, como si de música de fondo de tratase, Brain Damage, y rememoro que simplemente me fascinó.
Terminó Eclipse y para ese momento, era yo presa de Morfeo. Al despertar, simplemente no podía dejar de sonreír. Si tuviera la oportunidad de que se me concediera un deseo, sería volver a tener la oportunidad de escuchar el Dark Side of the Moon por primera vez.
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