16 de junio de 2020

Por qué Roger Waters es mi compositor favorito.


Hace un par de días conversaba con alguien (si lees esto, ¡saludos miss R!) acerca de que, por culpa del SARS-CoV-2, este año me quedaré sin asistir al concierto que Roger Waters ofrecería en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. Aunado a eso, también se canceló un viaje de trabajo a Alemania, pero comentaba que me dolió más la suspensión del concierto que la del viaje. Hice el comentario de que Waters es mi compositor favorito, y sirva este post a manera de explicación. Veo necesario hacer una minúscula semblanza, de tal forma que funcione como una introducción.

¿Quién es Roger Waters? Es un músico británico, mundialmente conocido por haber formado parte de la alineación más recordada de la banda inglesa de rock progresivo Pink Floyd, siendo, junto a Syd Barrett y Richard Wright, uno de los miembros fundadores. En 1985, tras diferencias con los elementos restantes de la agrupación, la abandona y emprende su carrera en solitario, que continúa hasta la actualidad. La muerte de su padre, soldado británico durante la segunda guerra mundial, sería algo que marcó no solo su vida, sino también su estilo compositivo y visión política.

En los inicios de Pink Floyd, el principal (y muy probablemente único) letrista era Syd Barrett. Sin embargo, luego del segundo álbum, A Saucerful of Secrets, la salud de este individuo comenzó a decaer, hasta colocarse en un punto en que no pudo continuar cumpliendo sus compromisos con la banda. Los demás, al verse súbitamente privados de su fuente poética, pero teniendo un enorme talento interpretativo, comienzan a lanzar discos cuyas canciones estaban repletas de elementos musicales, pero prácticamente desprovistas de letra. Es en este punto donde Waters comienza a probar suerte con el lápiz y el papel, puliendo poco a poco su talento hasta que, en 1973, el álbum conceptual conocido como Dark Side of the Moon los catapultó a la cima del éxito. La mayor parte de las letras en este disco son de Waters, y tratan acerca de aspectos de locura y abstracción.

Personalmente, la canción que más me gusta de este trabajo es Time. La primera vez que la escuché, rondaba los 21 años de edad, y su letra produjo en mí una catarsis. La crudeza con la que describe cuán fácil a veces dejamos que la vida se nos vaya, siempre esperando a que llegue el momento justo, perdiendo el tiempo en cosas que no agregan ningún valor, me marcó de una forma instantánea.

Tired of lying in the sunshine
Staying home to watch the rain.
But you are young and life is long.
There is time to kill today.

And then one day you find
ten years have gone behind you.
No-one told you when to run.
You missed the starting gun.

Me sentí identificado, y comprendí que la vida no empieza al terminar la escuela o al comenzar a trabajar. No. La vida comienza al nacer (parece bastante obvio, pero a veces no lo es tanto) y el control de la misma podemos y debemos tomarlo desde que somos conscientes de nuestra existencia.

Al avanzar dentro del track list seguimos encontrando joyas poéticas, pero no pienso hacer este post demasiado grande, así que saltaré a otro de mis temas favoritos: Wish You Were Here, del álbum del mismo nombre, publicado en 1975. Una rapsodia llena de nostalgia dedicada a Syd Barrett. Se tiene la equivocada idea de que esta canción es romántica, pero no es así. Es una canción para un amigo que perdió el rumbo y jamás pudo regresar a la realidad.

How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl.
Year after year, running over the same old ground.
What have we found? The same old fears.
Wish you were here.

Dos años más tarde llegaría Animals; obra basada en el cuento Rebelión en la Granja, de George Orwell, y en el cual se plantea una granja como una analogía de diferentes sistemas políticos. Los principales personajes son los cerdos, los perros y las ovejas, teniendo cada especie su propia canción dentro del disco, y es Pigs la que arroja la afrenta más directa hacia la clase política. Durante las presentaciones en vivo de esta canción en la gira Us + Them, incluso se proyectan imágenes ridiculizando al presidente norteamericano Donald Trump.

En 1979 se publica The Wall, álbum que da para un post entero, debido a su complejidad lírica y la historia que relata pero, sintetizando, es otra obra conceptual, que trata acerca de los traumas que la muerte del padre, la sobreprotección de la madre, el maltrato de los profesores y la mala suerte en el amor, generan en Pink, el personaje principal.

The Final Cut (1983) sería el último trabajo de Waters con Pink Floyd y, aunque la magnitud de las obras ya mencionadas a menudo opacan este último álbum, no se puede negar que es también de una muy alta calidad lírica que, en este caso, se enfoca en los problemas de la posguerra.

Roger Waters es mi compositor favorito por estas y muchas otras razones. Tiene letras preciosas, llenas de nostalgia, de crítica, de protesta, de fantasía. Y, simplemente, porque es el autor del más del 85% de mis canciones favoritas.

¡Espero haber contestado tu pregunta, R!




29 de febrero de 2020

Pink Floyd para los no floydianos.



Como buen fanático empedernido de Pink Floyd, me causa cierta molestia cuando las personas que me rodean dicen conocer a la banda y, al preguntarles cuáles canciones han escuchado, responden Another Brick in the Wall, Wish You Were Here o Money. El motivo de mi descontento es porque esas canciones no definen el sonido de dicha agrupación. Pink Floyd es mucho más que Another Brick in the Wall. Y justo por aquí por donde me gustaría comenzar: esta pieza, la que hemos escuchado hasta el cansancio en la radio, es la parte 2 de una trilogía de canciones dentro del famoso álbum The Wall. De hecho, su nombre completo es Another Brick in the Wall part 2. Personalmente, de las tres, es la que menos me agrada; quizás eso se deba a que es la más comercial.

Dejando de lado las rabietas, el propósito de este post es crear una especie de guía para aquellos neófitos que desean incursionar en la trayectoria de esta alucinante y psicodélica banda inglesa. Y es que, con quince discos de estudio, no es nada sencillo saber por dónde entrarle. Lo más fácil sería empezar por el inicio, pero, el sonido inicial de esta gente quizás no va a sorprenderte tanto como imaginas o deseas; y no me malinterpreten, The Piper at the Gates of Dawn o A Saucerful of Secrets contienen grandes temas, pero yo no recomendaría comenzar a escucharlos por ahí. Todo a su debido tiempo.

Lo primero que me gustaría recomendarle a un novato de esta banda sería Comfortably Numb, extraída del álbum doble The Wall. Este tema tiene la fuerza necesaria para adentrarse en los conceptos que Roger Waters (bajista y vocalista de la banda) maneja a lo largo de su etapa como compositor principal, además de un excelso solo de guitarra de David Gilmour, que suele siempre citarse entre los primeros cinco puestos de los mejores en la historia del Rock. La letra llena de desesperanza, acompañada de una melodía que parece aliviar el dolor presente en la lírica, es un gran ejemplo de la dualidad de Pink Floyd.

Continuando con la estela de grandes solos de guitarra, mi siguiente recomendación es Time, de la obra maestra conocida como The Dark Side of the Moon, álbum que catapultó a Floyd a la fama y fortuna. Este tema habla de cómo la vida pasa día tras día sin que lo notes cuando, de repente, han pasado diez años y no has hecho nada con ella. Un día ya eres viejo y te das cuenta que el tiempo desperdiciado no lo recuperarás jamás.

Ahora adentrémonos un poco en la era post-Waters, pues también aquí hay grandes temas, como Coming Back to Life o Learning to Fly, de The Division Bell y A Momentary Lapse of Reason, respectivamente. Ya sin Waters, la composición recaería en David Gilmour y el tecladista Richard Wright. Estos temas no resultan tan complejos lírica o musicalmente, pero no dejan de ser exquisitos para el oído.

Una canción que no quisiera dejar pasar, y es de esas que desearía que conociera más gente, porque es una joya perdida, es Wots... uh the Deal, pieza que figura en el disco titulado Obscured by Clouds y que tiene una belleza muy superior a lo más comercial de la banda. Sinceramente, es una canción que, al escucharla, me costaba creer que era de Pink Floyd. Tan fuera de su concepto, pero no por ello menos hermosa.

En este punto creo que estamos listos para adentrarnos en lo más profundo y más complejo. Shine On You Crazy Diamond es mi siguiente recomendación. Una melodía partida en dos, y a su vez subdividida en partes. La primera de estas mitades es la que abre el álbum Wish You Were Here y tiene una duración de poco más de trece minutos. Tema dedicado a Syd Barrett, miembro fundador de la banda y quien perdiera la razón, presumiblemente, a causa de esquizofrenia. Esta canción contiene tremendos solos de guitarra, teclado y saxofón, combinados con una melancolía latente a través de toda la canción. Es un excelente primer acercamiento hacia la psicodelia por la que Pink Floyd son tan famosos.

Con The Great Gig in the Sky damos otra revisión a The Dark Side of The Moon. Una melodía sin letra, pero llena de expresiones vocales esperanzadoras al mismo tiempo que desgarradoras por parte de Clare Torry. Indescriptible con palabras. Escúchenla.

Me parece que ahora estamos lo suficientemente acostumbrados a escuchar temas de larga duración y con un grado alto de psicodelia. Es hora de retomar un poco de Rock duro; es por eso que aquí recomiendo ampliamente cualquiera de las tres canciones centrales del disco Animals, ese que tiene un icónico cerdo flotando entre chimeneas de la Battersea Power Station en Londres.

Para terminar este primer acercamiento, Echoes. Del disco Meddle, es la canción más larga de Pink Floyd. Tiene una duración de veintitrés minutos y medio. Sin embargo, tiene tantos matices y detalles en el plano musical, que no resulta aburrida ni tediosa. No obstante, la dejé hasta el último porque se necesita tener el oído entrenado para poder apreciarla como es debido.

Es preciso resaltar que esta lista está creada para no fanáticos, orientada hacia quienes quieren comenzar a escuchar a la banda y conocer los temas más relevantes pero que al mismo tiempo se alejan del mainstream, cosas que nunca habrán de escuchar en la radio. Es muy superficial, lo reconozco abiertamente, pues la obra de Pink Floyd es demasiado extensa como para tratar de resumirla en un solo post. Espero solamente que escuchar estas piezas despierte el interés del oyente en repasar la discografía completa y descubrir por sí mismo canciones maravillosas que, sin duda alguna, lo llevarán a enamorase de este cuarteto londinense, como nos ha pasado a millones.

Les dejo la playlist en Spotify.

Shine on, you crazy diamonds!