Como buen fanático empedernido de Pink Floyd, me causa cierta molestia cuando las personas que me rodean dicen conocer a la banda y, al preguntarles cuáles canciones han escuchado, responden Another Brick in the Wall, Wish You Were Here o Money. El motivo de mi descontento es porque esas canciones no definen el sonido de dicha agrupación. Pink Floyd es mucho más que Another Brick in the Wall. Y justo por aquí por donde me gustaría comenzar: esta pieza, la que hemos escuchado hasta el cansancio en la radio, es la parte 2 de una trilogía de canciones dentro del famoso álbum The Wall. De hecho, su nombre completo es Another Brick in the Wall part 2. Personalmente, de las tres, es la que menos me agrada; quizás eso se deba a que es la más comercial.
Dejando de lado las rabietas, el propósito de este post es crear una especie de guía para aquellos neófitos que desean incursionar en la trayectoria de esta alucinante y psicodélica banda inglesa. Y es que, con quince discos de estudio, no es nada sencillo saber por dónde entrarle. Lo más fácil sería empezar por el inicio, pero, el sonido inicial de esta gente quizás no va a sorprenderte tanto como imaginas o deseas; y no me malinterpreten, The Piper at the Gates of Dawn o A Saucerful of Secrets contienen grandes temas, pero yo no recomendaría comenzar a escucharlos por ahí. Todo a su debido tiempo.
Lo primero que me gustaría recomendarle a un novato de esta banda sería Comfortably Numb, extraída del álbum doble The Wall. Este tema tiene la fuerza necesaria para adentrarse en los conceptos que Roger Waters (bajista y vocalista de la banda) maneja a lo largo de su etapa como compositor principal, además de un excelso solo de guitarra de David Gilmour, que suele siempre citarse entre los primeros cinco puestos de los mejores en la historia del Rock. La letra llena de desesperanza, acompañada de una melodía que parece aliviar el dolor presente en la lírica, es un gran ejemplo de la dualidad de Pink Floyd.
Continuando con la estela de grandes solos de guitarra, mi siguiente recomendación es Time, de la obra maestra conocida como The Dark Side of the Moon, álbum que catapultó a Floyd a la fama y fortuna. Este tema habla de cómo la vida pasa día tras día sin que lo notes cuando, de repente, han pasado diez años y no has hecho nada con ella. Un día ya eres viejo y te das cuenta que el tiempo desperdiciado no lo recuperarás jamás.
Ahora adentrémonos un poco en la era post-Waters, pues también aquí hay grandes temas, como Coming Back to Life o Learning to Fly, de The Division Bell y A Momentary Lapse of Reason, respectivamente. Ya sin Waters, la composición recaería en David Gilmour y el tecladista Richard Wright. Estos temas no resultan tan complejos lírica o musicalmente, pero no dejan de ser exquisitos para el oído.
Una canción que no quisiera dejar pasar, y es de esas que desearía que conociera más gente, porque es una joya perdida, es Wots... uh the Deal, pieza que figura en el disco titulado Obscured by Clouds y que tiene una belleza muy superior a lo más comercial de la banda. Sinceramente, es una canción que, al escucharla, me costaba creer que era de Pink Floyd. Tan fuera de su concepto, pero no por ello menos hermosa.
En este punto creo que estamos listos para adentrarnos en lo más profundo y más complejo. Shine On You Crazy Diamond es mi siguiente recomendación. Una melodía partida en dos, y a su vez subdividida en partes. La primera de estas mitades es la que abre el álbum Wish You Were Here y tiene una duración de poco más de trece minutos. Tema dedicado a Syd Barrett, miembro fundador de la banda y quien perdiera la razón, presumiblemente, a causa de esquizofrenia. Esta canción contiene tremendos solos de guitarra, teclado y saxofón, combinados con una melancolía latente a través de toda la canción. Es un excelente primer acercamiento hacia la psicodelia por la que Pink Floyd son tan famosos.
Con The Great Gig in the Sky damos otra revisión a The Dark Side of The Moon. Una melodía sin letra, pero llena de expresiones vocales esperanzadoras al mismo tiempo que desgarradoras por parte de Clare Torry. Indescriptible con palabras. Escúchenla.
Me parece que ahora estamos lo suficientemente acostumbrados a escuchar temas de larga duración y con un grado alto de psicodelia. Es hora de retomar un poco de Rock duro; es por eso que aquí recomiendo ampliamente cualquiera de las tres canciones centrales del disco Animals, ese que tiene un icónico cerdo flotando entre chimeneas de la Battersea Power Station en Londres.
Para terminar este primer acercamiento, Echoes. Del disco Meddle, es la canción más larga de Pink Floyd. Tiene una duración de veintitrés minutos y medio. Sin embargo, tiene tantos matices y detalles en el plano musical, que no resulta aburrida ni tediosa. No obstante, la dejé hasta el último porque se necesita tener el oído entrenado para poder apreciarla como es debido.
Es preciso resaltar que esta lista está creada para no fanáticos, orientada hacia quienes quieren comenzar a escuchar a la banda y conocer los temas más relevantes pero que al mismo tiempo se alejan del mainstream, cosas que nunca habrán de escuchar en la radio. Es muy superficial, lo reconozco abiertamente, pues la obra de Pink Floyd es demasiado extensa como para tratar de resumirla en un solo post. Espero solamente que escuchar estas piezas despierte el interés del oyente en repasar la discografía completa y descubrir por sí mismo canciones maravillosas que, sin duda alguna, lo llevarán a enamorase de este cuarteto londinense, como nos ha pasado a millones.
Les dejo la playlist en Spotify.
Shine on, you crazy diamonds!
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