Acéptenlo, a todo hombre que utiliza el transporte público le cuesta demasiado ceder el lugar a las mujeres que viajan de pie. Es un hecho. Prácticas que antaño eran comunes, como abrir la puerta a las mujeres o cederles el paso al abordar un camión han caído en desuso y, si a caso existe algún hombre que todavía las practique, es tachado de cursi y anticuado.
Por supuesto existen muchos "caballeros" que se comportan como tales en el proceso de cortejo, cuando quieren conquistar a una dama. Sin embargo, cuando la susodicha mujer es ya su pareja, se quitan el sombrero y el bastón y se olvidan por completo de ese personaje de lotería, el catrín. Es cierto también que no a todas las mujeres les agrada un hombre caballeroso, por diversos motivos, pero siendo el principal el hecho de que ser tratadas de manera especial va en contra de los preceptos de la equidad de género que tanto han luchado por conseguir.
Tenemos el caso de los oportunistas que, siendo un usuario regular del transporte público, me toca observar bastante seguido. Son los tipos que cuando van sentados y ven a una mujer joven y atractiva, inmediatamente se levantan y le ceden el asiento, aunque una persona de la tercera edad lleve más tiempo esperando. Es gracioso. ¿Creen que la mujer en cuestión va a agradecerles su gesto dándoles su número de teléfono? ¿Qué esperan obtener?
Personalmente, soy de la idea de adoptar una postura intermedia, ¡pues tampoco podemos andar por la vida cediendo lugares, abriendo puertas y pagando cenas a diestra y siniestra! Así como sería un error ser tan insensibles como para no hacer ninguna de estas cosas jamás aunque veamos que es necesaria. Yo creo que una verdadera equidad de género consiste en poder quedarme en mi lugar en el camión aunque vea a una mujer de pie (siempre y cuando no esté embarazada o sea de la tercera edad), pues yo también estoy cansado y deseo relajarme un poco.
La equidad es algo aplicable en todas las situaciones, no solamente cuando nos es conveniente.
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