Por alguna extraña razón, el día de hoy mi cerebro me concedió acceso a una sección específica de mis registros de memoria, misma que había caído en el olvido hace ya bastante tiempo. Dichos recuerdos desbloqueados tienen que ver con un bulo que se volvió popular por ahí del año 2005, y se trataba de una supuesta pandilla de nombre Sangre que tenía un rito de iniciación impactante. Supuestamente, los candidatos a ingresar a esa mafia debían pasar una prueba consistente en circular de noche con los faros del auto apagados y esperar a que algún automovilista responsable les hiciera el cambio de luces, advirtiéndoles de esta condición. Entonces ellos darían la vuelta para alcanzar a este buen samaritano, lo bajarían del vehículo y lo asesinarían, para después huir. Solo tras esta prueba serían admitidos en la organización Sangre.
Esta historia comenzó haciéndose eco a través del correo electrónico en forma de cadena, y alcanzó tanta popularidad que incluso una nota al respecto fue emitida en el noticiero con mayor índice de audiencia en el país. Pese a que ya llevaba unos años circulando en una versión muy parecida en los Estados Unidos, la mayor parte de las personas creían firmemente en la veracidad de esta historia, y no faltó el listillo que aprovechara la paranoia para circular sin luces en la noche y ver quién se atrevía a hacerle la señal de que las encendiera, alimentando la histeria colectiva.
El año 2005 parece ya muy lejano y me causó un poco de nostalgia recordar cómo eran las cosas en aquella época. No estoy seguro de la existencia de Facebook, pero, si es que ya había, no era utilizado por mucha gente. Era el auge del acaecido MSN Messenger que, con el plug-in Messenger Plus, permitía personalizar el nickname añadiendo colores y otras amenidades. Cualquier cosa interesante que querías que tus amigos vieran, la mandabas mediante correo electrónico, incluidas las cadenas como esta de la banda Sangre. La palabra meme no se utilizaba tampoco. Había también algunas plantillas en Excel en las que se añadían formatos condicionales y tenías, por ejemplo, que poner el nombre de la caricatura, o la estación del metro, o el platillo, o lo que sea que hubiera en la imagen, hasta tenerlas todas correctas.
Vaya, sí que ha pasado rápido el tiempo. Ahora solo nos resta ver cómo serán las cosas dentro de otros dieciséis años.