Bien dicen que las ideas llegan de los lugares y en los momentos más inesperados. A veces pareciera que son capaces de oler nuestra desesperación por atrapar una buena y más se esconden, sin embargo, atacan y nos toman por sorpresa, y si no ponemos suficiente atención o no hay nadie alrededor con quién compartirla, se esfuma tal como vino.
Las ideas son muy selectivas y llegan -la mayor parte del tiempo- sólo a las cabezas de aquellos que pueden ser capaces de aprovecharlas, o por lo menos, analizarlas.
Me ha tocado un par de veces que, estando invadido por la simpleza y compitiendo implícitamente con otros sujetos por ver quién dice la cosa más chistosa, me sale alguna idea que vale la pena, convirtiendo a la sesión en una tormenta de ideas inesperada, pero fructífera. Lamentablemente casi siempre se quedan en el olvido colectivo y nunca llegan a desarrollarse a su máximo potencial.
Intentaré de ahora en adelante ser lo suficientemente productivo para aprovechar ese brainstorming y darle seguimiento a esos proyectos que se quedan sólo en eso.
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