Para nadie es noticia que las costumbres en la forma de adquirir música han sufrido cambios importantes casi cada generación; en esta nueva era digital, estamos acostumbrados a la inmediatez, cosa que se ha visto reflejada en los hábitos de consumo de música de nuestros días. No es mi intención abordar el tema de la descarga de música de la red, ya sea de manera legal o ilegal, sino la rapidez con la que el trono de nuevo ídolo del pop cambia de ocupantes.
Es bien sabido que desde la última mitad de los 90's el pop no goza de una muy buena imágen entre los puristas de la música, y se le ha tachado de ser semillero de grupos y solistas cuidadosamente fabricados para satisfacer las necesidades monetarias de las disqueras a cambio de ofrecer canciones digeribles y sin una verdadera propuesta, tendencia iniciada y fomentada por MTV al convertir al videoclip en una herramienta de promoción donde la imagen dejaba al aspecto musical en segundo plano.
Desde entonces la batalla por tener el video más votado, más rotado por los distintos canales o la canción más sonada el el radio ha sido férrea, lo cual ha derivado en que la calidad de las obras sea deficiente al ser cocinadas al vapor, y a veces poniendo más atención en la campaña publicitaria que en el material en sí. Cada verano somos bombardeados con canciones de el nuevo [inserte aquí el nombre del artista de moda durante el verano pasado].
Se me hace absurdo ver que en algunos medios presentan a una chica llamada Eliza Doolittle como la nueva Lilly Allen... WTF! ¿La nueva Lilly Allen? En primer lugar, Lilly Allen no cuenta con la trayectoria suficiente para ser un punto de comparación. Es cierto que ha tenido 2 álbumes con cierto éxito pero eso no implica que haya establecido una categoría propia en la cual las subsecuentes cantantes puedan ser clasificadas, y ni siquiera ella misma se ha consolidado aún como la nueva Britney, o Christina, o Hilarry Duff -y tampoco es que ellas sean enormes talentos...- Y es precisamente a lo que me refiero con la inmediatez de la que somos víctimas en estos tiempos. Ahora resulta que 2 discos exitosos en el ambiente indie son suficientes para convertirse en leyenda.
Deberíamos tomar las cosas con más calma y juzgar mejor el talento -o la falta de él- de esos intérpretes de la música que consumimos. Si continuamos desechando bandas y solistas a esta velocidad, en un futuro no muy lejano los One Hit Wonders serán el pan de cada día.
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