1 de enero de 2016

No es enojo, es decepción.

Quizás lo siguiente suene muy dramático, pero es la verdad: fui defraudado por México... y esta vez, para hacerlo aún más triste, no fue por su gobierno, sino por su población. La situación puede resumirse en que solicité una beca para mis estudios y, a pesar de cumplir todos los requisitos para obtenerla, me fue denegada.  Obviamente, la primera reacción es explotar en contra del comité encargado de la asignación de los apoyos económicos pero, después de una serie de reflexiones y de conversar con mi novia, me di cuenta de que los únicos culpables son quienes solicitan la beca sin necesitarla.

Y es que no estoy implicando que sea malo solicitar al gobierno un apoyo como recompensa a nuestro esfuerzo escolar, pues soy consciente de lo que cuesta obtener una calificación por encima de los 85 puntos: desvelos, frustración, cansancio, lágrimas... lo que se me hace injusto es mentir en la solicitud; dar a entender que prácticamente duermes en el suelo junto con ocho familiares en un cuarto sin techo en mitad de la selva a merced de las inclemencias del clima, y que además tu papá mantiene a los 8 con un salario mínimo, cuando la realidad es que vives en una zona residencial, asistes a la Universidad en tu propio automóvil y haces tus tareas escolares en una computadora de gama alta mientras te comunicas con tus amigos a través de tu ultra moderno smartphone y te pones de acuerdo con ellos para ver en qué bar o en qué concierto te vas a gastar el dinero de la beca.

Todo eso hizo surgir una pregunta elemental: ¿Hasta qué punto somos los ciudadanos culpables de todo aquéllo por lo que criticamos al gobierno? Yo creo que el porcentaje es muy amplio. Y no se malentienda este post como una manifestación de apoyo al gobierno, pues la podredumbre y corrupción inherentes a él hablan por sí mismos, pero es verdad que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Tenemos gobernantes soberbios, mentirosos, corruptos e injustos porque nosotros somos así también. Quizás en menor medida, pero los mismos adjetivos aplican a nosotros los pobladores en general.

Yo creo que este inicio de año puede servir como un buen pretexto para plantearte ser una mejor persona, pues aunque creas que ya lo eres hay muchos aspectos que puedes mejorar. Si tus padres están en posibilidades de darte lo que quieres con tan sólo estirar tu mano y pedírselos, deja las becas para aquéllos que en verdad las necesitamos para algo útil y no únicamente para alcohol y ropa de marca. Haz de hoy el día en que pararás de dejar la basura en ese teléfono público o entre los asientos del camión y comenzarás a guardarla en tus bolsillos y depositarla en un bote de basura. Dile a la señora de la tienda que se equivocó al darte el cambio y te dio de más. Si encuentras una cartera, una mascota o un celular, piensa que es de alguien y que tu obligación es regresarlo sin pedir ni aceptar ninguna recompensa, pues a ti te gustaría que hicieran lo mismo por ti. 

Sé esa persona del bien aunque el mundo sea del mal. Quizás los gobernantes seguirán siendo unos patanes aprovechados y querrán todo para ellos y nada para el pueblo pero, al menos, tendrás la oportunidad de recriminarles, criticarles y exigirles con calidad moral, sin llorar por que se aprovechan de ti mientras tú te aprovechas de los demás.


1 comentarios:

Unknown dijo...

Felicidades! Tienes toda la razón. Una invitación a reflexionar sobre las cosas que hacemos a veces sin pensar y con las que perjudicamos a otras personas. Y creo que eso se da en todos los apoyos de gobierno, no solo en las becas. Cuántas personas llegan en carro del año a recoger su leche Liconsa o a los comedores comunitarios? Los programas están hechos para gente que lo necesita, pero siempre sale gente abusiva más "lista" que termina acaparándolos. Dudo mucho que eso cambie por la sociedad que somos, pero confío en que por una persona a la que logres llegar con esto y cambie su forma de pensar, habrás contribuido con mucho para mejorar este país. Sigue siendo del bien.

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