2 de enero de 2016

Tan sólo una reflexión, quizás sin mucho sentido... quizás con todo el sentido.

En uno de esos momentos de inspiración que repentinamente llegan mientras uno toma una ducha, me vino a la mente una frase digna de estar en una novela (quizás algún día). La frase en cuestión es "sabes que has madurado cuando ya no estás orgulloso de tus vicios". Cuando yo era un adolescente me consideraba adicto a la Coca-Cola. Simplemente me gustaba mucho tomarla y recuerdo que cuando visitaba a mis primos, una de mis actividades favoritas era presumirles que yo era capaz de beber casi un litro de manera casual, digamos mientras comía.

Ahora me doy cuenta de que ¡aquéllo era bastante estúpido! pues el daño que a la larga eso podía hacerme era algo que en ese momento no veía. Yo estaba orgulloso de mi vicio, y hacérselo saber a medio mundo era algo que me gustaba demasiado, pues eso me hacía creer que me veía cool. Extrapolando eso al mundo del alcohol, estoy convencido de que es lo mismo que sucede, quizás a nivel psicológico, cuando tratas de comparar tu manera de ingerir bebidas embriagantes con tus amigos. Cuando escuchas o participas en una plática después de haber asistido a una fiesta es común escuchar frases como "ese güey se puso pedo de volada" "yo me tomé [ingrese aquí cantidad y marca de alcohol. Entre más, mejor]" y similares. Lo curioso del caso es que, entre más cantidad de alcohol se ingiera, más respeto tendrá el sujeto en cuestión entre su grupo de amigos. Entré más bebedor seas, serás mejor visto por la sociedad. ¿Qué coherencia hay en eso? 

No soy ningún estudioso de la psique humana ni pretendo serlo, pero estoy convencido de que el gusto por el alcohol en exceso exhibe un importante grado de inmadurez. Creo que la mayoría de los jóvenes en México atravesamos una etapa en la que beber alcohol es emocionante, pues generalmente lo hacemos en la adolescencia a escondidas de nuestros padres y eso nos hace sentir rebeldes, poderosos y en control de las situaciones. No veo nada malo en ello, pues puede considerarse un comportamiento normal o natural. El problema viene cuando nos quedamos en esta etapa, pues seguimos bebiendo con la misma actitud aun cuando ya no tenemos que escondernos de nadie.

Hay quienes incluso ponen como pretexto que beben para pasar un buen rato con sus amigos. Yo creo que los momentos se disfrutan mucho más estando en tus cinco sentidos. ¿Necesitas alcohol para ser divertido? Entonces eres patético. También estoy en profundo desacuerdo con las personas que viven toda la semana esperando que sea viernes para ir de "antro" o que están desesperadas desde el miércoles por una cerveza. ¿A caso no pueden imaginar otras maneras de pasar un fin de semana? ¡Hay otras actividades! Mismas con las que, incluso, pueden disfrutar un rato más agradable y que implicarán un gasto menor.

Pero en fin, esta es sólo la opinión de un abstemio, que no siempre fue así. Sin embargo, llegó el momento en que decidí no estar orgulloso de mis vicios y desprenderme de ellos lo más pronto posible.

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